En medio de un agravamiento de las tensiones comerciales, condiciones financieras más restrictivas y volatilidad en los mercados de materias primas, la recuperación en América Latina y el Caribe (ALC) se ha moderado y se ha tornado más despareja. Los riesgos a la baja para las perspectivas económicas de ALC han aumentado, con menos posibilidades de resultados sorpresivos al alza.
Dado que las principales monedas están registrando fuertes caídas y que los niveles de deuda siguen siendo relativamente elevados en muchas economías de la región, el margen para aplicar políticas de apoyo contracíclicas en el corto plazo es en general limitado. Y como las necesidades de financiamiento externo son relativamente importantes en algunos países y los flujos de capital están decayendo, las autoridades de la región deben estar preparadas para afrontar nuevas presiones de salida de capitales.
En este sentido, la flexibilidad de los tipos de cambio seguirá siendo clave. Más allá del corto plazo, los países deben seguir centrando la atención en las reformas estructurales que son tan necesarias para estimular la capacidad productiva y ayudar a consolidar un crecimiento vigoroso, duradero e inclusivo a medio plazo. Las reformas deben procurar incrementar las tasas de ahorro e inversión, reducir la asignación deficiente de recursos, flexibilizar los mercados de trabajo y reducir la informalidad, liberalizar el comercio, mejorar el clima de negocios y seguir reforzando los marcos para combatir la corrupción.